El comunicado de clausura de la Cumbre de Davos, hace unos días, anunció que por fin los mandamucho han llegado a acuerdos. Convocada bajo el lema “Cooperación”, el mundo no albergaba muchas esperanzas sobre sus resultados, especialmente en lo referente a la lucha contra el cambio clímático.
Por eso la declaración ha causado un espectacular revuelo. Ha habido por fin unanimidad entre los asistentes en lo siguiente:
1º. Las toallas del hotel son mucho más suaves que las del año anterior.
2º. El mueble-bar está mejor surtido.
3º Pero les desnutrides niñes incluides este año en el “menú” para desfogue de los mandatarios desmerecen a las opulentas vacas suizas de otros años.
«Es que por culpa de los animalistas ahora hay una ley que prohibe los acercamientos sexuales a las vacas como seres sintientes. Así que hemos tenido que echar mano (nunca mejor dicho) de las opciones de siempre», ha dicho el organizador de la Cumbre. Preguntado por las quejas de los invitados saudíes, ha comentado que el año que viene en lugar de afganes y yemeníes, que andan en los huesos, traerán un lote de niñites ucranianes, que gracias a Putin andan baratetes.
Respecto de la reducción de las emisiones de gas invernadero, la guerra de Ucrania y otros temas importantes o urgentes, ya tal… «Pero nos hemos emplazado al año que viene» ha dicho.