

Las cifras oficiales de la masacre de Melilla el pasado verano fueron de 23 fallecidos y 77 desaparecidos*. La ONG Caminando Fronteras eleva los fallecidos a 73 según testimonios directos. Pero como dijo el jefe de las porras, «¿a quién van a creer, a sus ojos o al BOE?».
A ellos hay que sumar los desaparecidos (que no han vuelto a aparecer). Porque murieran y los escondieron, porque los “desaparecieron” y los enterraron en las tumbas clandestinas excavadas cerca de Nador o porque fueron deportados y abandonados en pleno desierto, práctica habitual de la “gendarmerie” marroquí que tantos elogios ha recibido de Grande-Marlaska. O sea 150 muertos, Fernando. Si seguir insistiendo en la mentira oficial de echar balones –o cadáveres– fuera, que «ninguno murió en suelo español» tranquiliza tu conciencia, tú mismo…
*Salvo para El País, más papista que el Papa, que días más tarde aún insistía en que “solo” eran 18. Algo que ya no defendía ni la policía del Mojamé.
NOTA: Los organizadores del Mundial de Qatar y la FIFA han mostrado su consternación. Ya dijeron aquello de «la muerte es parte de la vida» cuando les preguntaron sobre los más de 6.000 trabajadores muertos para edificar los estadios de fútbol. Al ser preguntados por qué tanta pena ahora, han respondido: «los trabajadores muertos en Qatar eran daños colaterales, en los de Melilla seguramente había varios jugadores de Primera y puede que algún Balón de Oro. ¡Qué falta de discernimiento, cuánto dinero desperdiciado!».