El equipo de Patapuerca desubre una nueva subespecie de homínido
Durante mucho tiempo se pensó que los “cuñaos” eran un simple fenómeno sociológico y no un daño colateral de la evolución. Unos sociólogos presuntamente marxistas, de los que si no ponen etiquetas no son nadie, sugirieron hace años que podría tratarse de una nueva clase social, como la clase media o la clase política. Ahora, un equipo de antropólogos afirma que se trata en realidad de una nueva subespecie y remontan su origen a una mutación genética de los periecos de Esparta. Para aclararlo, hemos preguntado a Juan Luis Arsuaga.
Los periecos eran unos despreciables colaboracionistas con el Estado terrorista espartano
LP: ¡Oiga, que Vd. no es Juan Luis Arsuaga!
JLA: No, yo soy Fernán Don Simón, el malabarista de la rotonda de los Anzuelos, el doble de Fernando Simón. Pero como me parezco también a Juan Luís he venido yo.
LP: Pues no se parece en nada…
JLA: Hombre, él ahora está “fuertote”, que parece que se haya comido a Juan José Millás, pero hace unos años éramos cagaets, parecíamos bessons.
LP: Venga, venga, no me líe, háblenos de esa nueva subespecie.
JLA: Pues los periecos eran una clase social de la que se sabe poco. Al hacerse hombres, los espartanos full-equipe recibían por la cara un lote de tierras y esclavos del Estado en usufructo, lo que ahora se llama “colaboración público-privada”. Su único entretenimiento era guerrear, perpetrar matanzas periódicas e indiscriminadas de esclavos para tenerlos acojonados, y follar niños. Se hicieron famosetes por la fábula de Leónidas y los 300 pero sus inacabables guerras eran contra las rebeliones de esclavos, que ésas sí merecen una película. Esparta es el primer Estado de dictadura terrorista conocido en la historia.
LP: ¿Y quiénes eran los periecos, qué hacían?
JLA: Eran ciudadanos libres que vivían en las afueras de las ciudades, sin voz ni voto en los asuntos de Estado. Artesanos, comerciantes, ganaderos… Los más ricos eran terratenientes y poseían esclavos (privados) y los más pobres, como siempre, libres de trabajar para subsistir. Social y moralmente, eran lo más asqueroso que te puedas echar en cara. Unos colaboracionistas agradecidos de un régimen de terror que les procuraba “paz social” para ellos y sus negocietes. Lo que aquí se conoció como “franquismo sociológico”. Chivatos, delatores y, llegado el momento, refuerzos armados contra el “enemigo interno”. Algo así como los requetés o falangistas de entonces.
LP: ¿Y en qué se basa para llamarla una nueva subespecie?
JLA: El equipo de Patapuerca ha hecho un estudio de campo. Primero, siguiendo su rastro genético hasta nuestros días ha descubierto una presencia desmesurada del gen perieco en grupos que comparten un perfil similar, como por ejemplo los colaboracionistas franceses en la IIª Guerra Mundial o el ya citado franquismo sociológico. Luego, ha analizado más de 500 cenas navideñas y ha descubierto que ese gen, que se encuentra en menos del 10% de la población, se dispara a más del 50% en los cuñaos (no todos los cuñaos son Homo periecunatus).
LP: Eso es imposible, los cuñaos son a su vez hermanos, padres, hijos, tíos o sobrinos de otras familias ¿como puede ser?
JLA: Equilicuá, ahí está el intríngulis de la cuestión. Aquí Arsuaga (que soy yo, no lo olvide) plantea dos posibles explicaciones: una, el tráfico de bebés. Ya en la antigua Esparta, como posteriormente en España, las monjitas se llevaban a los “supuestos defectuosos”, no para despeñarlos, sino para venderlos a familias ricas de Atenas que no podían tener hijos. Y a veces los sustituían por otros, fruto de embarazos no deseados de periecas casquivanas, para no levantar las sospechas de las madres espartanas. De ser así, por ejemplo un hermano digamos “disonante” en la familia, pendenciero y franquista, podría ser en realidad un perieco (insertado en la familia al nacer, como un cuco). Y la otra explicación es que, ya que por definición un cuñao es un acoplado exógeno a cada familia, ¿quién conoce realmente a la suya? Puede que todo sea un montaje, una conspiración, una especie de Show de Truman a la inversa, donde un grupo de periecos profesionales hacen el paripé, “hacen de familia” de decenas, quizá cientos de cuñaos. Se ha descubierto que el 80% de los cuñaos de La Eliana, por ejemplo, comparten en eventos familiares a padre y madre que son en realidad actores.
LP: ¡La repera! ¿Y ese estudio saca alguna conclusión más?
JLA: Sí, hace un perfil del periecuñadismo y de su hábitat. Ha recopilado una serie de características: frases, actitudes, y los ecosistemas que son más propicios que otros. Por ejemplo, frases como: “el gobierno ilegítimo de Sánchez”, el “partido sanchista”, “el coletas”, “no soy racista pero…”, “ni machismo ni feminismo”, “ahora las mujeres nos quieren mandar”, “la culpa de la guerra civil la tuvo la república”, “eso lo arreglaba yo enviando a la legión a repartir hostias” por citar algunas de las más comunes. Sobre el habítat, en los bares se les reconoce por su habitual estado de embriaguez y vociferando cuñadadas para que las oigan hasta en Sebastopol. Todos los bares tienen al menos uno. Y en cuanto a la profesión, hasta ahora se pensaba que era el ambiente el que producía cuñaos. Que “el cuñao no nace, se hace”. Que profesiones solitarias y/o nocturnas como la de camionero, taxista o guardia de seguridad, permeables a la manipulación a través de interminables horas de radio de personajes tóxicos como Jiménez Losantos o Carlos Herrera, podían transformar a honrados trabajadores en cuñaos. Pero por el contrario, como hemos demostrado, son estos parásitos los que buscan una actividad propicia para medrar.