Es lo que pasa cuando te relajas y descuidas la evolución (de los acontecimientos). Les pasó a algunos mamuts con sus defensas, a algunos carneros con su cornamenta y a Aznar, que de tanto buscar las armas de destrucción masiva de Sadam acabó metiéndose la cabeza por el culo.
Nuestra redacción ha decidido vetar la exportación de Publicaciones a Rusia.
Estaba Putin supercontento porque se le presentó el invierno invasón y hasta creyó que se le levantaba el cañón de alegría pero no. No era músculo militar sino, como les pasa a los puercos salvajes con mala baba, que le ha crecido y retorcido el colmillo hasta clavársele en los ojos.
La rebelión de los mercenarios de la Wagner le ha pillado como a Mariano Lannister: en el retrete leyendo el Marca mientras cagaba. De momento ha conseguido torear la sedición medioreguleramante. Parece que hay más traidores en el Kremlin a quienes no les gusta como se está llevando la “operación especial” de los cojones. Y menos ahora que llega la contraofensiva ucraniana. A ver si hay suerte y entre la descomposición interna y la labor de nuestro Misifú la guerra de Putin queda pronto en un mal recuerdo.
Nosotros por nuestra parte hemos endurecido el boicot a las autoridades y empresas rusas (junto a las de Israel, Estados Unidos, Arabia Saudí y Marruecos, incluidas en nuestra lista de organizaciones chungas de la hostia), y les hemos vetado por otros 6 meses la suscripción a La Publicación.
Que sepan lo que vale un peine.