Los fascistas niegan la violencia machista porque "temen que manden las mujeres".
Como el becario sigue convaleciente, le he preguntado a la jefa en funciones, la Padme, como veía los últimos movimientos de los partidos políticos en el escaparate mediático. Me ha puesto el ejemplo del rape abisal (Demonio negro o Melanocetus johnsonii). Al fin y al cabo, es una de l@s tres biólog@s con que cuenta ahora la redacción.
Cuando inicia la cópula el macho (el pequeño cojoncillo colgonero blanco) se queda adherido a la hembra volviéndose con el tiempo un mero apéndice suministrador de esperma. Muy rara vez logra desprenderse e iniciar una nueva andadura amorosa. Lo habitual es que termine siendo finalmente semiabsorbido, desapareciendo parte de su cuerpo y órganos, y convirtiéndose con el tiempo en poco más que una simple bolsa seminal.
De lo primero pudimos ver ejemplos en la relación entre Podemos e Izquierda Unida, donde ésta consiguió tomar distancias para meter la cabeza finalmente bajo el ano de Sumar, disputándose ahora ese espacio con su antiguo hospedador. Aquí la duda reside en si esta nueva pareja de baile es un rape abisal auténtico o un organismo polimórfico o púlpico todavía por identificar; duda razonable vista las diferentes trayectorias.
De lo segundo es clarísimo ejemplo la relación entre el Partido Popular y Ciudadanos, donde éstos han quedado triturados, anexionados y los restos indigeribles defecados de la política.
Una vez culminada la absorción mediante el engaño de su apéndice luminoso con la estratagema del “centroderecha moderado y liberal” y localizada una nueva víctima, cambia de color y lanza la táctica del “a mí nadie me llama rape cobarde ni me aguanta la mirada de mi apéndice”. El nuevo macho merodeador, presumiendo de potentísimos genes españoles y de santos cojonazos toledanos, entra al trapo y parece dispuesto a la inmolación con sus aparatosos y ridículos bailes de cortejo. Al fin y al cabo, a eso se reduce su cometido.